En la actualidad se manifiesta la dinámica del cambio climático con el llamado fenómeno del calentamiento global debido al aumento antropogénico de los gases de efecto invernadero acumulados en la atmósfera (CO2, metano, vapor de agua, entre otros) que retienen la radiación de onda larga (calor) emitida por la tierra y producen un aumento gradual de la temperatura.
Aunque hay un debate generado por una minoría escéptica que atribuye al calentamiento global un origen natural, relacionado con los ciclos climáticos del planeta donde la concentración de las emisiones antropogénicas sería despreciable (con una sutil apuesta por mantener el uso tradicional de petróleo como combustible), documentales como el de Al Gore (“An Inconvenient Truth”) dan clara advertencia sobre un aumento de las manifestaciones de este fenómeno debido a la actividad humana , lo cual también haya dificultad en ser comunicado por muchas exageraciones mediáticas cuasi apocalípticas y distorsionantes (que son el polo opuesto de la versión escéptica al efecto nocivo de la contaminación antropogénica). Podemos clasificar estas dos posturas extremas como “enviro-phobes” y “enviro-philos”.
Más allá de esta aparente polémica y falsa antinomia, queda claro que la contaminación producida por el ser humano con la emisión de gases tóxicos, sobretodo vehicular, tiene consecuencias negativas en nuestro planeta. Pruebas claras son la desaparición de glaciares y nevados, disminución del permafrost, aumento de “moulins”, aumento de sequías, aumento en la intensidad y frecuencia de huracanes y tormentas, etc. Futuras amenazas hay muchas, sobretodo por la disminución de los casquetes polares y aumento del nivel de los océanos, lo cual causaría la desaparición de ciudades enteras en las costas de muchos continentes, entre otros alarmantes pronósticos.
Es por todo ello que el hecho del Calentamiento Global puede ser considerado como un factor contundente para tomarnos en serio la necesidad de cambiar de matriz energética y nuestros viejos hábitos de consumo de energía, particularmente para transporte. Es urgente la protección de nuestro medio ambiente de estas concentraciones nocivas, que no solo destruyen la flora y fauna, sino que también producen enfermedades respiratorias a los seres humanos.
Para llevarlo a la realidad de manera efectiva se necesita de políticas que favorezcan esta prevención, de manera especial que refuercen el seguimiento firme de las indicaciones del Protocolo de Kioto que estipula que los países desarrollados (pertenecientes al Anexo I) disminuyan sus emisiones en un 5% del nivel de 1990 para entre los años 2008-2012. Básicamente aprovechando sistemas como el MDL (mecanismo de desarrollo libre) que favorecen con bonos de carbono a los países que se ajusten a ello.
Aunque hay un debate generado por una minoría escéptica que atribuye al calentamiento global un origen natural, relacionado con los ciclos climáticos del planeta donde la concentración de las emisiones antropogénicas sería despreciable (con una sutil apuesta por mantener el uso tradicional de petróleo como combustible), documentales como el de Al Gore (“An Inconvenient Truth”) dan clara advertencia sobre un aumento de las manifestaciones de este fenómeno debido a la actividad humana , lo cual también haya dificultad en ser comunicado por muchas exageraciones mediáticas cuasi apocalípticas y distorsionantes (que son el polo opuesto de la versión escéptica al efecto nocivo de la contaminación antropogénica). Podemos clasificar estas dos posturas extremas como “enviro-phobes” y “enviro-philos”.
Más allá de esta aparente polémica y falsa antinomia, queda claro que la contaminación producida por el ser humano con la emisión de gases tóxicos, sobretodo vehicular, tiene consecuencias negativas en nuestro planeta. Pruebas claras son la desaparición de glaciares y nevados, disminución del permafrost, aumento de “moulins”, aumento de sequías, aumento en la intensidad y frecuencia de huracanes y tormentas, etc. Futuras amenazas hay muchas, sobretodo por la disminución de los casquetes polares y aumento del nivel de los océanos, lo cual causaría la desaparición de ciudades enteras en las costas de muchos continentes, entre otros alarmantes pronósticos.
Es por todo ello que el hecho del Calentamiento Global puede ser considerado como un factor contundente para tomarnos en serio la necesidad de cambiar de matriz energética y nuestros viejos hábitos de consumo de energía, particularmente para transporte. Es urgente la protección de nuestro medio ambiente de estas concentraciones nocivas, que no solo destruyen la flora y fauna, sino que también producen enfermedades respiratorias a los seres humanos.
Para llevarlo a la realidad de manera efectiva se necesita de políticas que favorezcan esta prevención, de manera especial que refuercen el seguimiento firme de las indicaciones del Protocolo de Kioto que estipula que los países desarrollados (pertenecientes al Anexo I) disminuyan sus emisiones en un 5% del nivel de 1990 para entre los años 2008-2012. Básicamente aprovechando sistemas como el MDL (mecanismo de desarrollo libre) que favorecen con bonos de carbono a los países que se ajusten a ello.